sábado, 25 de agosto de 2012

Parque de "El capricho", Alameda de Osuna (Madrid).

¡Hola andarines!
 
 
Hoy quiero hablaros de uno de los parques más bonitos que tiene Madrid, "El Capricho" situado en la Alameda de Osuna. Es un rincón verde repleto de mágicos espacios que su creadora, la Duquesa de Osuna, dotó de maravillosos jardines, originales lagunas y espléndidos palacetes.  Es un sitio perfecto para pasear y, además, han añadido una serie de pasacalles en las que actores vestidos de época nos cuentan la historia de esta finca reconvertida en parque. Os pongo un enlace con los horarios del pasacalles: http://www.esmadrid.com/elcapricho/  .Un aviso antes de comenzar con el paseo: no dejan entrar nada de comida aunque si bebida, así que ya sabéis, de comer en el interior del parque nada de nada.
 
Un poco de historia antes de comenzar con la "visita virtual". Como ya he dicho antes, la finca era propiedad de los Duques de Osuna que la compraron en 1784 y la Duquesa la convirtió en un primitivo parque de atracciones para sus invitados dónde había un poco de todo.  A su muerte pasó a manos de su primer nieto y de él a su hermano que, como buen derrochador de la época, perdió toda su fortuna y, cuando murió, la finca tuvo que ser subastada para pagar las deudas del buen señor.  En esa subasta el terreno pasó a ser de la familia Baüer que lo mantuvo más o menos cuidado hasta la guerra civil cuando se convirtió en el Cuartel General del Ejército del Centro. Acabada la guerra y tras pasar por varias manos, el parque acaba siendo propiedad del Ayuntamiento de Madrid en 1974, comenzando su restauración en 1999 y abriendo al público tal como lo conocemos hoy en día.
 
Comenzando la visita, lo primero que nos encontramos al entrar es una preciosa casita solariega con  huerto incluido. Está restaurada maravillosamente y es uno de los caprichos más auténticos del parque.
 

 
Si dejamos la casa a mano izquierda y continuamos de frente, siguiendo el camino que sale desde la puerta de entrada al parque, llegaremos al palacio y desde allí se puede comenzar el recorrido.  Yo,  sin embargo, hago la visita siempre al contrario, por lo que era el final, así que en el blog haremos el recorrido a la inversa para acabar en el palacio.  Frente a la casa solariega salen varios caminos que podemos tomar para llegar a lo que era el casino.
 
 
Y llegamos al casino, un bello edificio rodeado de preciosos jardines por una parte y por un estanque en el que desemboca una ría.  Esta ría artificial fue creada por la Duquesa como parte del entretenimiento que ofrecía a sus invitados.  La ría comienza en un fortín (con foso y todo) también diseñado como parte de la diversión, y recorre prácticamente todo el parque.  Es navegable y servía para llevar en falúa a los invitados a través del parque hasta los distintos puntos.  En este caso, al final encontraban este casino donde se celebraban ostentosos bailes. 
 
 


 
Siguiendo la ría desembocamos en una preciosa laguna rodeada de árboles, flores y empedrados embarcaderos que aún conservan el suelo original en algunos puntos.  Uno de ellos, el embarcadero principal de la laguna, está enclavado en el interior de una pequeña casita llamada la Casa de Cañas y que dispone de un íntimo cenador con vistas a la laguna dónde se podía comer o cenar al resguardo de las tranquilas aguas.
 




 
Siguiendo la ría llegamos al fortín, a un pequeño palacete y a un templete con Baco como protagonista. En el camino encontramos un sinfín de caprichos, mágicos rincones e infinitos jardines.  Un paseo de ensueño...
 
 
 




 
Al final del parque llegamos por fin a la residencia de los Duques de Osuna, el palacio.  Está rodeado de jardines, fuentes y espléndidas decoraciones.  No se puede pasar al interior porque sólo se conservan las paredes pero, aún así, es un espléndido edificio cuya presencia deja adivinar como sería su interior dos siglos atrás. A la izquierda del palacio se encuentra otro de los caprichos de la Duquesa, un laberinto.  La pena es que no se puede acceder a él por motivos de conservación pero merece la pena asomarse a verlo y disfrutar imaginando a la gente de la época jugando entre sus verdes paredes.
 


 
Desde aquí y siguiendo el camino principal llegamos a la Plaza de los Emperadores con doce bustos de emperadores romanos y un pedestal que albergaba el busto de la duquesa en su momento, encargado por uno de sus parientes a su muerte.  Desde la Plaza de los Emperadores vamos al paseo de los duelistas y de ahí a la entrada del parque de nuevo.
 
 
 
 
Y hasta aquí el paseo por El Capricho, uno de los parques más hermosos que he tenido ocasión de visitar.  En cada estación del año El Capricho nos ofrece nuevos paisajes y nuevas vistas a su esplendor con lo que es un sitio para visitar y visitar y visitar.  Espero que lo disfrutéis.
 
¡Hasta otro paseo andarines!